Me cuesta partir escribiendo, no sólo por mi ojo enfermo, sino por la lluvia de sensaciones que tengo. Como esa misma lluvia que me permitió mirar los ojos del desamor transformarse en amor, de la rabia transformarse en risas, de el cariño en cachetadas, y de mis seguridades en inseguridades.
Un encuentro planeado, el que no pensaba me sorprendería, ¿han pensado que están preparados para “todo”, y luego se dan cuenta que estaban lejos de haberlo estado?.
Mi mente no para y aunque siento que debo escucharla… mi corazón no deja de gritar quizás más fuerte.
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